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lunes, septiembre 1, 2025

TIRANÍAS

Este mundo tiene jefes de estado que tienen una catadura de autócratas que fulminan cualquier intento en favor de la democracia, hacen recordar la historia antigua, por ejemplo, a Luis XIV quien expresó el estado soy yo. Absolutismo real.

La democracia que se vive actualmente evidentemente toma distancia de la clásica patentada en Atenas hace 25 siglos, como sabemos en la polis griega la mujer no participaba en las elecciones, hoy día esta forma de gobierno tiene sus propios acentos; democracia representativa, democracia participativa, deliberativa.

En la actualidad se registran algunos sátrapas enquistados en el poder que no reconocen la disidencia, que suelen imponer sus personalísimos dogmas en detrimento de la sociedad que mal gobiernan, algunos de ellos son populistas y se asumen como los dueños de la verdad, la suya por supuesto.

Nicaragua ejemplifica lo que aquí apuntamos, Daniel Ortega se ha engolosinado en el poder de nuestro hermano país latinoamericano, fue revolucionario del Frente Sandinista de Liberación Nacional, pieza clave en la guerrilla de antaño. El presidente Ortega no admite discrepancias, ni asume los disensos como manifestaciones naturales en un régimen democrático, silencia a los opositores, los encarcela y persigue. Se debería entender que los disensos son naturales en una verdadera democracia en donde se alienta el imperio, si, el de las ideas.

Ortega ha llegado al extremo de perseguir y despojar de la nacionalidad nicaraguense a decenas de personas que son críticos a su gobierno, los ha convertido en apátridas, es decir prácticamente les dio muerte civil.

Escritores de prestigio como Sergio Ramírez y Gioconda Belli, también el periodista Carlos Fernando Chamorro son algunos nombres de quienes fueron arrebatados de su nacionalidad. Patologías desde el poder.

Estamos en el siglo XXI, en medio de problemas delicados como el narcotráfico, este es el tiempo de la posverdad y la problemática internacional ensombrece el panorama con acontecimientos como se registran cotidianamente en Gaza o la situación de Venezuela tras el anuncio de Estados Unidos de pagar 50 millones de dólares por lograr la captura de Nicolás Maduro.

El autoritarismo no es privativo de las izquierdas, si miramos en retrospectiva recordaremos el derechista gobierno militar de Argentina con Jorge Rafael Videla como dictador de un saldo criminal, más antiguo aún el periodo que encabezara Francisco Franco en España, ellos también hermanados por su condición de tiranos.

La política también implica la administración de conflictos, insuficiencias y complejidades propias de los seres humanos, aparentemente en el caso del autoritarismo ya no entraña novedad porque ha sido una constante en la historia del mundo.

Algunos autócratas parecen revivir en la memoria lo que expresó el militar franquista José Millán Astray en los albores de la dictadura, fundador de la legión y miembro de la Falange Española.

Tradicionalista, quien le dijo al distinguido rector de la Universidad de Salamanca, don Miguel de Unamuno, muera la inteligencia, viva la muerte.

Por ello, los autócratas no se extinguen con todo y que su praxis es contraria a la democracia perviven en nuestros tiempos en donde se han multiplicado los populistas de la derecha o la izquierda y ello hace aflorar un evidente pesimismo.

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