Honestidad: la mejor de todas las artes perdidas
Mark Twain (1835-1910). Periodista norteamericano
Mientras no se demuestre lo contrario, tengo la impresión de que Cuauhtémoc Blanco está pagando el costo de su “osadía” de entrar a la competencia, ahora ya no deportiva, sino política y, sobre todo, de retar a un gobernador y todo lo que encierra de poder una figura como esta.
Si bien todo es posible, francamente no me imagino al ex ídolo del futbol, hoy metido a la política en Morelos, ordenando la muerte del empresario organizador de la Feria de Cuernavaca. Las barridas a destiempo, los codazos, los cabezazos sin que el árbitro los viera, eran su mundo, acaso sigan siéndolo. Pero no la orden para matar a una persona. Creo.
En cambio, el asesinato de personajes incómodos, por cualquier razón, sí forma parte del abanico de “posibilidades” de quienes se dedican a la política en este país, sobre todo de los que representan a esa clase rancia, corrupta, nefasta, en la que perfectamente encajan quienes gobiernan hoy Morelos.
Como se sabe, el empresario concesionario de la feria de Cuernavaca fue asesinado, con todo el sello del crimen organizado. Allá, como en Michoacán, las ferias, sobre todo los palenques, están en poder del crimen organizado, y cuando hay “desarreglos”, estos se cobran a balazos.
Y ahora un detenido por ese crimen, “confiesa” que Blanco le pagó para ese asesinato. Todo es posible, en efecto, pero es mucho más probable que se trate de una celada puesta por un gobierno tan corrupto como el de Morelos, encabezado por un prototipo justo del político corruptor, como Graco Ramírez. No puede soslayarse que Ramírez y Blanco han peleado desde un inicio por el control de la policía de Cuernavaca.
Sin meter las manos al fuego por nadie, y menos a la distancia, pero en el contexto de comportamientos históricos de ambos personajes, de la realidad respecto de cómo se las gastan los políticos “de carrera”, me parece que hay muchos más elementos para volver la vista hacia el gobernador, que hacia el ex futbolista. Creo que a Blanco la política le está dando la bienvenida. Peligrosa bienvenida, sin duda.
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