Vive como si fueras a morir mañana; aprende como si fueras a vivir siempre:
Mahatma Gandhi
El sindicalismo educativo ha reaccionado airadamente a la decisión gubernamental de congelar las plazas que vayan quedando vacantes, sea porque el trabajador se jubila, se pensiona o fallece. Y es entendible la reacción, si se toma en cuenta que hasta ahora dichas plazas son heredables a familiares del empleado que se encuentre en esa condición.
En realidad, heredar plazas a familiares es una “conquista” laboral insana, arrancada por los sindicatos al gobierno del estado, tanto en su área educativa como en la burocrática en general, pero que ha implicado que la nómina se multiplique a grado tal que hoy es ya insostenible desde el punto de vista financiero, porque además de pagar la jubilación el gobierno debe asumir otra plaza adicional en activo.
Y lo peor, que en la inmensa mayoría de los casos quien hereda la plaza no tiene siquiera el perfil mínimo requerido, lo que obliga a la autoridad a destinar la responsabilidad del trabajo a otro empleado con experiencia, y el familiar beneficiado se vuelve casi siempre un aviador: esta ahí pero no hace nada, salvo cobrar, claro. Es un círculo vicioso esa práctica que sigue prevaleciendo hoy día.
Por eso, ahora que la Secretaría de Educación, a cargo de Gabriela Molina, ha anunciado que pondrá fin a esa práctica, los sindicatos del sector comienzan a reaccionar airados, pero es deseable que la autoridad se mantenga firme en su decisión. Por años ha operado ese sistema, y hoy el régimen de jubilaciones está al punto de la quiebra, porque allá lo han llevado los sindicatos con su obsesión por arrancar ese tipo de “conquistas” laborales. No hay finanzas que soporten una presión como la que ejercen los sindicatos, acentuada en el sector educativo.
Enhorabuena por la decisión de Molina y es de esperarse, insisto, que no se deje doblar por la presión sindical. Veremos.
X@jaimelopezmtz
